Comunicado de Su Eminencia Arzobispo Emmanuel Milingo
Sábado, 26 de Mayo, 2001 - Nueva York

Como católico bautizado desde la infancia, he dedicado toda mi vida a la Iglesia. Desde mi ordenación en 1958 he llevado una vida de celibato y he intentado servir a Dios con todo mi corazón, predicando el evangelio de Jesucristo y sirviendo a Su pueblo. En ese proceso, he servido fielmente a la Iglesia Católica como coadjutor, párroco, arzobispo de Lusaka y como Delegado Especial para Emigrantes y Desplazados, entre otras tareas. En todo ello, nunca he buscado un puesto o una posición mundanos, siendo mi único deseo servir al Señor, Su Iglesia y Su pueblo. El Espíritu Santo ha sido mi consuelo y guía, y el Señor Jesucristo y Su Santa Madre han iluminado mi camino. Le estoy especialmente agradecido al Santo Padre, el Papa Juan Pablo II, cuyo estímulo, aceptación y apoyo nunca han vacilado.
Ahora, a la edad de 71 años, después de toda una vida de dedicación a la Iglesia y a mis votos sacerdotales, el Señor me ha llamado para que dé un paso que cambiará mi vida para siempre, y hará posible que sea un instrumento de Su Bendición y Su Gracia para África y el mundo, aunque también sé que también cambie mi relación con la Iglesia católica. Doy este paso sólo en obediencia al Señor Jesucristo, tras muchos días de oración y ayuno. No sufro por las opiniones de los hombres y sólo quiero hacer la Voluntad de Dios. No obstante, considero importante que mucha gente en África, en Europa y en otras partes, quienes han confiado en mi guía o han sido bendecidos por Dios mediante el instrumento de mi ministerio estén debidamente informados sobre las razones y motivos de esta acción, no sea que alguien trate de difamar o tergiversar mis propósitos para sus propios beneficios.
El domingo, 27 de mayo del 2001, seré bendecido en matrimonio con María Sung, doctora de acupuntura y una sierva amante y ferviente del Señor. Como un sacerdote célibe, el matrimonio se encontraba completamente alejado de mi pensamiento. Sólo mediante el mandato de Jesús y el asesoramiento y apoyo del Revdo. y la Sra. Moon, doy este paso inesperado y atrevido, una decisión con la que he luchado por algún tiempo en mi corazón. A petición mía y de mi futura esposa, el Revdo. y la Sra. Moon oficiarán la ceremonia de Bendición, administrarán nuestros votos y consagrarán nuestra unión, junto con ministros religiosos de varias denominaciones. Mis razones para obedecer el mandamiento del Señor de que sea bendecido en matrimonio son las siguientes:
I. La Palabra de Dios: El propósito del matrimonio y de la familia
Como dice Génesis 1:27: “Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, a imagen y semejanza de Dios los creó, macho y hembra los creó...”. Nuestro Señor reafirmó este pasaje cuando dijo: “No habéis leído que Dios los creó macho y hembra, y por esta razón los dos se harán una sola carne,... y lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre” (Mateo 19:4-7). En ello, nos está diciendo que el matrimonio es en sí mismo el cumplimiento del propósito de la creación, ya que hombre y mujer forman la imagen de Dios, podemos reflejar plenamente Su Naturaleza sólo como una pareja. Después de crear a Adán, Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté sólo” (Génesis 2: 18). Y su primer mandamiento fue: “Creced y multiplicaos, henchid la tierra y sometedla”.
No obstante, el voto sacerdotal del celibato tiene un significado profundo en la Providencia de Dios. Nuestros primeros antepasados desobedecieron a Dios, tomando del fruto prohibido. Avergonzados de su desnudez, cubrieron sus partes bajas y se escondieron de Dios. Fueron expulsados del Jardín y su matrimonio y vida familiar no tuvo nada que ver con Dios. La humanidad ha heredado el linaje pecaminoso de estos padres caídos. Jesús dijo: “Sois de vuestro padre, el Diablo, y queréis cumplir sus deseos” (Juan 8:44). Debido al amor falso entre el hombre y la mujer desde el origen, el sendero de total devoción al servicio de Dios ha requerido que sacrifiquemos tales deseos humanos. San Pablo explicó la lucha entre servir a Dios y el matrimonio, alabando a los que “se abstengan del matrimonio” (Mateo 19:12). Jesús reconoció a los que “se han hecho como eunucos por el Reino de los Cielos” (Mateo 19:22). Por todo ello, he ofrecido mi voto de celibato con todo mi corazón.
Con la sangre de nuestro falso padre, Satanás, corriendo por nuestras venas no podemos entrar en el Reino de los Cielos a menos que no nazcamos de nuevo, recibiendo el cuerpo y la sangre de Jesús, y heredando el amor, la vida y el linaje mediante Su hijo unigénito. Por ello, he celebrado y continuaré celebrando misa todos los días de mi vida, porque la Sagrada Comunión representa la unión más verdadera e intima con nuestro Padre Celestial.
Aún así, Dios me ha mostrado que la unión de un hombre y una mujer de fe es el auténtico reflejo de la Santa Trinidad. Así como Dios Padre es uno y se manifiesta en la unión mística de Jesús y el Espíritu Santo, Dios también puede estar presente plenamente en la unión entre un hombre y una mujer en la comunión del matrimonio. San Pablo exaltó la relación entre Jesús y la Madre Iglesia como un modelo para el matrimonio (Efesios 5:22-32). La Iglesia primitiva, como Pablo, vieron el matrimonio como una penosa necesidad. Gradualmente, la vocación del matrimonio y su sagrado propósito original han sido resucitados. Al término del segundo milenio de la cristiandad, muchos dentro de la Iglesia se han dado cuenta de que el celibato ya ha cumplido su propósito. Estamos entrando en la era donde cada hombre y mujer está llamado a cumplir el propósito original de reflejar la imagen de Dios.
Tristemente, muchos son incapaces de reconciliar este anhelo original con sus votos de celibato, y este compromiso ha llegado a ser un cascarón vacío, un estándar inalcanzable. Todo tipo de impurezas, incluso de lujuria innatural, hijos ilegítimos y otros secretos horribles han pesado sobre las vidas de aquellos que buscan servirle a Él. El incremento de la homosexualidad y los embarazos entre sacerdotes y monjas han llegado a ser de conocimiento público. De esta manera, la sangre de Satanás ha seguido fluyendo a través de la Iglesia de Dios. Esta sangre satánica debe ser limpiada, y el verdadero amor, la verdadera vida y el verdadero linaje de Dios deben ser restaurados. Parafraseando a Pablo, ha llegado la hora de crecer, de dejar las cosas de niño y afrontar la verdad cara a cara, no vagamente, como a través de un espejo.
Mi vida ha sido una confrontación con el Demonio. Ahora, respondiendo a la llamada de Dios de asemejarme a Él plenamente y restaurar Su ideal original del matrimonio, oro para abrir el camino a muchos otros a separarse de Satanás, purificar sus espíritus y sus cuerpos, y ayudar a que la Iglesia se limpie y renueve.
II Mi llamada y misión
El 3 de abril de 1973, descubrí, casi por casualidad, que estaba bendecido con el don de la curación. Desde entonces, Dios no ha cesado de usar mi don para bendecir a muchos. El Espíritu del Señor está sobre mí, ya que me ha ungido para predicar el evangelio, curar a los enfermos, y aún más allá de lo que espera, exorcizar demonios. Siendo obediente a Dios como Su instrumento, tuvieron lugar incontables milagros. Miles y miles de personas fueron bendecidas gracias a este ministerio. Tanto médicos como curanderos fueron testigos del poder de Dios y muchos entraron en la Iglesia del Señor mediante la predicación del evangelio y el carisma de la curación. Poderosas experiencias espirituales sucedieron entre la congregación de los fieles. Las Hijas del Redentor, los Hermanos de San Juan Bautista, los hijos del Buen Pastor Jesús, y numerosos ministerios y misiones han florecido por medio del derramamiento del Espíritu Santo. Llegué a conocer la presencia poderosa de la obra del mundo espiritual.
Muchos en la jerarquía de la Iglesia no entendieron estas manifestaciones del Espíritu y trataron de controlarlas o limitarlas, restringiendo mi ministerio. A pesar de mi devoción a la Palabra de Dios, el servicio diario de misas y mi compromiso con la Santa Iglesia, fui acusado, temido y calumniado. Además, observé que el dominio de la cultura europea sobre la Iglesia estaba limitando el mensaje cristiano y evitando que los africanos descubriesen su valor original y su identidad espiritual. A la par que amaba a la Iglesia y sus tradiciones, estaba decidido a ayudar a superar el sentimiento impuesto de inferioridad cultural que experimenta África y de traer una nueva vitalidad al Cristianismo alimentándolo con el terreno rico de la herencia africana. También estos esfuerzos me pusieron en contradicción con algunas autoridades de la Iglesia.
Mis esfuerzos por realizar la misión encomendada por Dios se han visto progresivamente frustrados, bloqueados y, incluso, saboteados por algunas autoridades eclesiásticas. Fui acusado de todo tipo de males terrenales y espirituales, fui llamado a Roma, querellado, interrogado, examinado y aislado. Se esparcieron rumores grotescos sobre mi. A pesar de que respondí una a una a todas las acusaciones, estaba claro que no se me permitiría volver al arzobispado de Lusaka para servir al pueblo africano que yo tanto amaba. Obedientemente, he residido en Roma cerca de veinte años. A pesar de que se me impidió celebrar misa en cualquiera de las iglesias dentro de los límites de la ciudad, no podía abandonar la llamada a predicar el evangelio, curar los enfermos y echar a los malos espíritus. A mi pesar, he llegado a ser un reto para la Iglesia que tanto amo, y la Iglesia que tanto amo ha llegado a ser una cadena que me ha impedido cumplir la misión dada por Dios. He luchado en mis oraciones, preguntándome qué debía prevalecer: ¿ mi voto de obediencia a la autoridad eclesiástica o mi promesa de obediencia a Dios?
III Mi amor por la Santa Iglesia
A lo largo de todas las acusaciones, restricciones, calumnias y exilio, mi profundo amor por la Santa Madre Iglesia nunca ha vacilado. A pesar de haber sido separado del pueblo al que fui llamado por Dios a servir, y haber sido restringido de ofrecer los dones que el Espíritu ha seguido manifestando por mi hasta el día de hoy, he continuado en la observancia de la fe en la que fui bautizado. Aunque algunos en cargos poderosos han sido usados por el Diablo para atacarme, yo solo he pretendido proteger y defender a la Iglesia de Dios. En esa lucha entre la llamada de Dios y la obediencia a la Iglesia, sé que otros más grandes que yo se han enfrentado al mismo dilema, desde santos a reformadores. Como ellos, no deseo abandonar la Iglesia que tanto amo y, no obstante, debo seguir lo que el Señor me pide.
Oro para que mi aceptación del ideal de Dios del matrimonio y la familia, mi determinación a seguir el mandato del Señor y la llamada de mi conciencia, y mi compromiso por salvar a África puedan tocar el corazón de los creyentes, y que sirva como una voz de alarma que despierte a la Iglesia al entrar en este nuevo milenio. Hace dos mil años, el pueblo preparado por Dios no se dio cuenta que el momento anunciado había llegado. Mientras Jesús proclamaba la venida del Reino y predicaba un nuevo evangelio, los que estaban aferrados al pasado, le consideraban un demonio. Cuando limpió el templo, los líderes religiosos sólo les importaba la amenaza que éste representaba contra su autoridad. No tuvieron ojos para ver ni oídos para oír. Procuremos no repetir los pecados del pasado.
IV Mi relación con el Revdo. y la Sra. Sun Myung Moon
Sin lugar a dudas habrá aquellos que afirmen que he sido influenciado indebidamente por otros para seguir este camino. Por esta razón he explicado cuidadosamente la trayectoria pasada que ha hecho este curso inevitable. Algunos creerán que me han convertido y que me están controlando, pero os aseguro que mis decisiones son las mías propias. Obedezco por encima de todos y de todo el mandato del Señor Jesucristo. El Revdo. y la Sra. Moon nunca me han pedido que dejara mi fe católica para poder exaltar el ideal universal de la familia. Le he pedido al Padre y Madre Moon que arreglen y consagren mi matrimonio debido a mi respecto por la disposición especial que Dios les ha dado para construir matrimonios y familias centrados en Dios. He visto verdaderamente que el Reino de Dios sólo puede establecerse en la Tierra mediante el verdadero amor, y que ese amor solo puede ser realizado mediante familias centradas en Dios. Están haciendo la obra del Señor.
Con el corazón en la mano puedo decir que el Revdo. Sun Myung Moon es un hombre de Dios. Su ministerio empezó a partir de una llamada de Jesucristo en su juventud. He sido testigo de sus esfuerzos por unir a gente de todas las creencias y romper las barreras raciales. Por largas horas, he orado a Jesucristo acerca del Revdo. y la Sra. Moon, y el Señor me ha guiado a entender y apreciar ese ministerio especial para construir familias centradas en Dios entre gente de todas las creencias en la capacidad de Verdaderos Padres. He observado que el Revdo. Moon conoce el mundo espiritual de una manera profunda al igual que yo lo he experimentado.
Pido a todos los creyentes que pongan toda su preocupación en encontrarse con el Dios vivo y hacer Su Voluntad, y que oren para que mi amada Iglesia tome medidas encaminadas a la reestructuración de su “modus administrandi” A aquellos que quieran condenar el mensaje y el ministerio universal del Padre y Madre Moon sin una investigación personal, les recuerdo que prácticamente todos los santos y profetas fueron malentendidos y rechazados. Sólo puedo recordar las palabras de Esteban en Hechos 7:51-52: “¡Duros de cerviz e incircuncisos de corazón, siempre resistís al Espíritu santo! Así como hicieron vuestros padres así también vosotros. ¿A qué profeta no han perseguido vuestros padres? Y han matado a aquellos que anunciaron la venida del justo, a quien vosotros habéis traicionado y asesinado”.
V . Nuestro futuro
A pesar que mi corazón está apenado por aquellos que amo y que aún no entienden el camino que estoy tomando, estoy lleno de alegría por la oportunidad de ofrecer todo mi corazón y alma y de usar libremente una vez más todos los dones de Dios y ponerlos a Su servicio. Mi compañera María y yo retornaremos a África, un continente que sufre los estragos del SIDA, un continente sumergido en la confusión política, económica y social, no obstante una tierra con una herencia rica en valores tradicionales de familia, comunidad, respecto por los mayores y espiritualidad. Es nuestra misión renovar esa herencia y llevar el amor sanador de Cristo, y usar la piedra angular de familias de fe para reconstruir la sociedad. Dios nos ha llamado para que fomentemos un movimiento de curación y renovación, y voy a invertir el resto de mi vida terrenal en el continente donde nací. Debo mi vida y mi amor al Señor Jesucristo y la Santa Madre María. Quiero ofrecer mi gratitud eterna y respeto al Santo Padre Juan Pablo II. Ahora y siempre me dedicaré a la iglesia que amo.
El mismo Dios vivo que me ha guiado a una vida de servicio a Su Iglesia y Su pueblo, me ha guiado ahora a trabajar con los honorables Revdo. y Sra. Moon. No me estoy uniendo a la iglesia del Revdo. Moon, pues su trabajo no es para ninguna iglesia, nación o raza en particular. Su trabajo es romper las barreras entre todas las razas, naciones y credos y realizar el Reino de Cielos en la Tierra. Recé a Jesús, y el Señor en persona me ha mostrado que Su reino debe establecerse mediante el corazón y las manos del ser humano, y debe estar basado en el verdadero amor y en verdaderas familias. Él ha ungido este ministerio y ha confirmado la rectitud de mi camino. Le doy gracias a Dios por la visión y el ejemplo del Revdo. y la Sra. Moon, y juro trabajar con hombres y mujeres de todos los credos para realizar el ideal de Dios de un mundo de paz, felicidad y amor que es la misión última de toda religión. Que Dios bendiga a todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia.
---------------------------
H.G. Emmanuel Milingo - Ex arzobispo de Lusaka, Zambia
26 de Mayo del 2001
Carta al Vaticano del Arzobispo Emmanuel Milingo
(Esta carta personal es una de las muchas comunicaciones que el Arzobispo E. Milingo envió al Vaticano durante estos últimos cuarenta días. Fueron enviadas por correo (a la oficina del Santo Padre directamente) por fax (a la oficina del Secretariado de Estado y a la oficina de Prensa), y a través de la entrega personal de parte del staff y los amigos del Arzobispo en Roma. No se ha recibido respuesta a ninguna de estas comunicaciones, a pesar de poner explícitamente números de fax, números de teléfono, así como direcciones de correo. Al mismo tiempo, aquellos que apoyan a su Eminencia han sido tratados severamente, cortados de todo contacto con él. Todos los intentos del Arzobispo para animar y asistir a sus anteriores congregaciones o dar respuesta a sus preocupaciones han sido bloqueadas e impedidas con amenazas de sanción. Todos los esfuerzos para buscar una audiencia con el Santo Padre han sido ignorados.
Ahora, el Vaticano ha dado un ultimátum público, a pesar de las promesas de Joaquín Navarro-Valls, su vocero oficial, de primero comunicarse con el Arzobispo Milingo (ZENIT, 28 de Mayo 2001), declarando que ellos no sabían como comunicarse con él. Claramente, continuaron usando los medios de comunicación para desacreditar y mal interpretar al Arzobispo, así como, buscar un apoyo público para sus posiciones. Monseñor Milingo no está incluso seguro que el Santo Padre tiene conocimiento de sus cartas.
Sólo por esta razón, Su Eminencia ha pedido que esta carta privada, tratada con el silencio por el Vaticano se haga ahora pública. Con sus disculpas al Santo Padre, él comparte esta carta con ustedes. Monseñor Milingo estará disponible para dar entrevistas en los EE.UU. a fines de esta semana, después de su regreso de Corea, donde ha estado visitando a los familiares de su esposa y haciendo preparaciones para su futura vida juntos.)
-----------------------------------------------
10 de Junio del 2001
Su Santidad Juan Pablo II
Palacio Apostólico, Ciudad del Vaticano.
Su Santidad,
Aprecio los esfuerzos que ha hecho tratando de conectarse conmigo en Nueva York el 25 y 26 de mayo, justo antes de la Bendición Matrimonial Interreligiosa. Sé que la acción que he tomado es, al mismo tiempo, sorprendente y difícil de comprender, pero le aseguro que estoy respondiendo a mi más profunda fe en Jesus, y mi amor inmortal por la Iglesia Católica. Oro por su comprensión y asistencia al buscar un camino de reconciliación y unidad con la Iglesia a la que amo. Por favor esté seguro de lo siguiente:
* Las acusaciones de que me han lavado el cerebro, controlado, o de estar poseído por los mismos demonios contra los que yo he luchado son pura basura. Esa clase de acusaciones tontas tienen la intención de cumplir dos cosas: desacreditarme a mi (y al ministerio que Dios me ha dado), y evitar los temas y cuestiones que estoy planteando. Desde 1973, cuando Dios me llamó a cumplir el mandamiento que Nuestro Señor dio a sus Apóstoles en Lucas 9:1-2, he sido criticado, escandalizado, investigado, exiliado y convertido en un extraño y un tonto en mi propia Madre Iglesia. Los fenómenos que ocurren cuando digo misa (fenómenos que yo no he buscado y que no puedo explicar) han conducido a que haya sido boicoteado y rechazado. Cada sacerdote que ha concelebrado conmigo ha sido castigado. A pesar de eso, Dios ha permanecido conmigo, la gente continua clamando, y la Iglesia me ha herido, silenciado y aislado. ¿Podría callarme? ¿Debería abandonar el llamado de Dios e irme a mi casa y mi pueblo? Es irónico que después de años de tratar de suprimirme y esconderme hasta el punto de volverme inútil a la Iglesia, soy ahora el centro de tanta preocupación.
Mi decisión de casarme no es, como algunos han implicado, debido a la concupiscencia. A mis 71 años, los estímulos sexuales están en el nivel más bajo. Es equivocado compararme, como los medios de comunicación han hecho, con clérigos que han violado, o embarazado, o simplemente se han enamorado. Me estoy casando por Dios, motivado por el más profundo deseo de traer pureza y honestidad a la Fe, al plantear la gravedad de los pecados morales que han herido y debilitado a los clérigos católicos. Si hay algo en lo que el Rev. Moon me ha influido es en ayudarme a ver el papel sagrado y salvífico del matrimonio y la familia, y de su necesidad para curar a la sociedad. Ahora, alrededor del 80% de los casos ante el tribunal en Roma tienen que ver con familias desintegradas. Puede hacer un gran bien a la Iglesia el traer este ministerio al frente. Sólo por esta razón, no he actuado en la oscuridad o secreto, sino abiertamente enfrente de Dios y la humanidad. La sexualidad y la espiritualidad, divorciadas por mucho tiempo en la tradición de la Iglesia, deben ser reconciliadas. Mi voto de fidelidad a mi esposa ante Dios no es un paso inferior al celibato, sino un salto hacia arriba.
No he hecho nada para negar mi comunión con la Iglesia y sus obispos. Mi voto de celibato está todavía intacto, y permanecerá así mientras observo 40 días de purificación y ofrenda antes de consumar el matrimonio. Mi compañera y yo estamos reviviendo el estado de Adán y Eva, como hermano y hermana, dedicando nuestra unión al trabajo de Dios y a su Gloria, y ella está de hecho aprendiendo los caminos de mi fe. Al mismo tiempo, estamos de esta forma expiando nuestros propios pecados personales pasados. Oro el rosario cada día por el Santo Padre, y continuo experimentando la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. Al considerar los asuntos canónicos del matrimonio, los símbolos del vino, agua y los votos que compartimos, no son diferentes a los casamientos tradicionales alrededor del mundo, los que más tarde pueden ser sacramentalizados por la Iglesia, como ocurrió con el casamiento de mis padres. Tengo la esperanza de encontrar un camino para fortalecer y no disminuir a la Iglesia y para renovar y engrandecer, y no para avergonzar la Fe.
A la luz de estos hechos, estoy determinado a encontrar el camino, si es del todo posible, para trabajar dentro de los confines de la Iglesia Católica. Tengo dos peticiones a Su Santidad:
1. Delegar a Su Eminencia el Cardenal Egan, o a un representante del Vaticano en la Naciones Unidas para ratificar mi situación matrimonial de acuerdo al Rito Católico, y dispensarme del celibato. Si bien es mi convicción personal, durante estos 40 días, estoy mucho más puesto en prueba en este asunto.
2. Estoy recibiendo muchas invitaciones de las iglesias y organizaciones cristianas más importantes, y que honran mi posición en la Iglesia; soy recibido como un Arzobispo Católico que lidera, y que recorre un camino, al mismo tiempo bíblico e inevitable. Ambos, el Consejo Mundial de Obispos, y CORPUS, la organización de sacerdotes y monjas casados me han buscado. Se me ha invitado a hablar en varias de las Iglesias Afro-Americanas de los Estados Unidos.
Me parece que puedo ser de gran ayuda en esta posición. Quiero hacer todo lo posible para todos los sacerdotes y obispos secularizados, a llevar una vida digna, y reconciliados con la Iglesia Católica. Oro para encontrar un camino en el que pueda involucrarme de nuevo en los círculos católicos, y todavía representar a la Iglesia como un Arzobispo Católico.
Y busco ahora lo que se me ha negado por algún tiempo: una audiencia con Su Santidad. Estoy buscando que el "Sanatiu Matrimonii" pueda ser hecho antes de la consumación, lo que sanaría cada aspecto canónico.
Su humilde servidor
Arzobispo E. Milingo
EM/ps
"Y juntando a sus doce discípulos, les dio virtud y potestad sobre todos los demonios, y que sanasen enfermedades. Y los envió a que predicasen el reino de Dios, y que sanasen a los enfermos." Lucas 9:1-2
-------------------------------
Respuesta del Arzobispo Emmanuel Milingo
a la Advertencia Pública de la Congregación para la Doctrina de la Fe
25 de julio, 2001 Washington, DC,
Mis estimados hermanos y hermanas,
Yo, el Arzobispo Emmanuel Milingo, me encuentro embarcado en un inesperado viaje a lo largo de un camino no recorrido. Por sorprendente que sean los pasos que Dios me ha inducido a tomar, lo que es todavía más asombroso aun es la gran preocupación y angustia que muchos han expresado acerca de mi destino y futuro. Pero yo les pido a todos aquéllos que me aprecian y que han orado por mí, que sus lágrimas de dolor se transformen en lágrimas de alegría. Porque de hecho me siento el más feliz y más bendecido entre los hombres, pues Dios oyó mi lamento, y contestó mis oraciones.
MI HISTORIA
Mi historia es simple. Como un muchacho que cuidaba ganado en mi Africa nativa, Dios me llamó a Su servicio, y me atrajo al regazo de mi Madre, la Iglesia Católica. Yo la serví con sinceridad, y busqué amar Dios amando a las personas. En 1974, Dios me dio un don, y me comisionó como Nuestro Señor Jesucristo había comisionado a Sus discípulos: para sanar a los enfermos, expulsar los demonios, y predicar el evangelio [Lucas 9:2]. Ofrecí mi don a mi Iglesia y a sus fieles. Muchas personas respondieron apasionadamente, recibiendo este don espiritual de Dios. Pero mi Iglesia lo rechazó, y se empeñó en bloquearme y restringirme.
No fui yo sólo el impugnado. Cuando nosotros como africanos expresamos nuestro amor por Jesucristo a través de nuestras propias formas culturales, así como los europeos lo han hecho por mucho tiempo con las suyas, los líderes de la Iglesia desarrollaron su desconfianza hacia mí. Roma parecía incapaz de concebir que estos dones espirituales en su joven iglesia africana pudieran de hecho venir de Dios. Me llamaron "el hechicero," y catalogaron la respuesta de las personas como "voodoo o brujería". Se me calumnió con falsas acusaciones y rumores maliciosos, y a pesar que uno por uno todos fueron refutados, me exiliaron a Roma. Temieron que sólo sería un problema en Africa. Estaban convencidos de que yo quise ser "el mesías africano," y proyectaron su propia arrogancia y anhelos de poder en mí. Tanto ahora como en el pasado, no tengo aspiraciones por la posición o el poder, mas bien busco hacer la voluntad de Dios.
Cuando finalmente me encontré con el Santo Padre, después de 14 meses en el limbo, él animó mi carisma y prometió protegerlo. Pero para mi sorpresa, al celebrar la misa y los servicios de curación en Europa, ocurrieron los mismos fenómenos poderosos. Esta vez, sin embargo, no era la Iglesia de Africa, sino italianos, españoles, y gente de muchos otros lugares los que respondieron. Mientras la gente recibía estos dones con una actitud humilde y de agradecimiento a Dios por su bondad, los que buscan el poder sólo vieron en mi un problema y una amenaza. Se me prohibió celebrar misa en las iglesias, fui impedido de encontrarme con el Santo Padre, y finalmente restringido y atado hasta ponerme a un lado.
A pesar de que la Iglesia que amo me ha tratado como a un extraño, me ha exiliado, y finalmente ha puesto cadenas sobre mi ministerio, yo nunca me rebele contra ella. La he amado aún más, y he tratado lo mejor que pude de exorcizar no sólo los demonios de la gente, sino que también los que están atrincherados en las altas esferas. Cuanto más Dios me usó y la gente respondió, aun más mi propia Iglesia se me opuso, y castigó a quienes me asistieron. Finalmente, bloqueado en mi ministerio y removido de mis obligaciones, parecía que no tenía ningún lugar a donde ir sino a mi propio pueblo. Aun así, el mandato de Jesús resonaba dentro de mi: ...curar a los enfermos... expulsar a los demonios... predicar el evangelio. ¿Que podía hacer?
Entretanto, la Iglesia Católica ha sido motivo de escándalo debido a su inmoralidad. El celibato una vez parte vital de la pureza y del poder espiritual de la Iglesia, se convierte en una fachada o apariencia. Líos de faldas y matrimonios secretos, niños ilegítimos, una desenfrenada homosexualidad, pedofilia y relaciones sexuales ilícitas han plagado el sacerdocio, hasta el extremo que la Comisión de derechos Humanos de las Naciones Unidas investigó a la Iglesia por sus abusos sexuales, y la prensa occidental esta llena de noticias sobre juicios y escándalos que involucran a la Iglesia. Con tal hipocresía, ¿como pueden los sacerdotes ser los santificadores de la comunidad? Cuando se burlan de Cristo, el diablo se ríe, y la Iglesia queda sin poder para superar la ola de divorcios, adulterios, y enfermedades de transmisión sexual que plagan ahora a la sociedad. En mi propio país de Zambia, el índice de mortalidad es cuatro veces más alto que el de nacimientos debido al SIDA. ¿De dónde va surgir la curación? Esta farsa de la Iglesia debe terminar, la inmoralidad debe purificarse y debemos ser honestos.
Por eso yo me casé – no por una mera satisfacción personal, ni por debilidad o tentación, ni en secreto o avergonzado, sino ante Dios y el mundo. El Señor me ha mostrado el verdadero propósito del matrimonio, como la razón misma por la cual él creo al hombre y a la mujer. (Mateo 19:4) El matrimonio monógamo, fiel y santificado no es un paso atrás en mi voto de celibato... lo eleva a una nueva dimensión de fidelidad. Ahora es el tiempo para que la Iglesia tome el mismo paso o decisión. Hombres y mujeres que se comprometen y son fieles, padres que nutren y proporcionan un ejemplo moral, hogares de amor en donde Dios está presente y donde se valora a los niños: esas son las respuestas a los problemas de la Iglesia y la sociedad.
EL ULTIMÁTUM DEL VATICANO.
Como un católico fiel que continúa orando el rosario y celebrando misa diariamente, amo todavía a la Iglesia Católica con todo mi corazón. Estoy totalmente consciente de que como obispo de la Iglesia mi matrimonio es para muchos difícil de comprender. El Vaticano advirtió públicamente que mis acciones me habían alienado de la Iglesia. Pero ya me habían convertido en un extraño y un exiliado mucho tiempo antes de esto. Me pidieron que reflexionara, de que estaban esperando tener noticias mías, y habían prometido hablar privadamente conmigo antes de anunciar cualquier sanción pública [ZENIT, 28 de mayo de 2001]. Aunque permanecí en oración y aislamiento por 40 días después de mi matrimonio, escribí al Padre Santo tres veces pidiéndole una reunión con él para encontrar mi lugar en la Iglesia a la que amo. Permanecí célibe durante ese periodo, para consagrar mi matrimonio y esperar por su respuesta. Proporcioné números de teléfono y de fax, dirección postal, pero no recibí ninguna comunicación. A pesar de que he confirmado que al menos una de estas cartas fue recibida y reconocida, el Vaticano ha permanecido obstinadamente en silencio. Mis amigos cercanos al Santo Padre me ha asegurado que ninguna de mis cartas fueron entregadas al Papa, y quiénes están cerca de él han indicado que no tienen ninguna intención de hacerlo.
Ahora, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha emitido una advertencia y un ultimátum. Aducen falsamente que determinaron que yo no podía ser contactado, aunque deliberadamente ignoraron mis cartas, y ni una sola vez consultaron a alguno de los miembros de mi personal, a mi abogado o a cualquiera que ellos solían consultar regularmente sobre mí en el pasado para localizarme. Hice todo lo posible de buena voluntad, pero rompieron su promesa, y emitieron una admonición canónica pública. Es por eso que me veo obligado de igual manera a presentar esta carta públicamente. Estoy listo para reflexionar junto con ellos sobre el significado de mis acciones. Fueron ellos los que no me dejaron lugar en la iglesia que amo, mucho antes de este momento dramático. Ahora les pido abiertamente lo que ellos me han negado en privado desde hace muchos años: una audiencia con el Santo Padre, a quien amo y respeto.
Su admonición incluye la amenaza de excomunión, si no cumplo tres exigencias para el 20 Agosto del 2001. En su advertencia, arrogantemente rehusan tomar en consideración cualquier de los puntos que he denunciado, o reflexionar sobre lo qué Dios pueda estarles diciendo. Ellos simplemente exigen que yo:
I. ME SEPARE DE MI ESPOSA, MARIA SUNG
Como Puedo dejar a mi esposa, la que Dios me dio a mí, con quien ya he comenzado vida conyugal, y a quien he jurado fidelidad ante El. Génesis 1:27 dice que la imagen de Dios es varón y hembra. Aunque por 43 años viví como sacerdote célibe, a pesar de mi sinceridad y devoción, solo conocí a Dios como varón. Ahora, mediante mi unión con Maria, he llegado a ver el otro lado del corazón de Dios, el cual es femenino. Como un individuo casado, me siento completo, y entiendo el significado de que dos se hagan una sola carne. Hasta ahora comprendo Génesis 5:2, que dice: "Varón y hembra El los creó. El los bendijo y llamó el nombre de ellos Adán el día en que fueron creados."
Cuando Jesús dijo que dos se harán una sola carne, el Señor consagró la santidad de unión sexual. El centro del sexo, en la unión física del hombre y la mujer en el matrimonio, Dios está presente como la tercera persona. El es la unión, y los tres se convierten en uno, como un reflejo de la Santa Trinidad. Mediante esta santa unión, Dios, el creador de la humanidad, transmite Su amor a la toda la raza humana. En un mundo caído que ha profanado la pureza del amor, la Iglesia Católica la ha protegido mediante el celibato y la castidad durante sus 2000 años de providencia. ¿Pero con qué propósito, y para qué fin la hemos protegido? Ahora que entramos al 3er milenio, el celibato ha cumplido su propósito, y deber dar paso al establecimiento de matrimonios santos. Nadie mejor preparado para cumplir este alto y santo llamando que las monjas y sacerdotes célibes. Tal hecho nunca puede experimentarse mediante las pasiones ilícitas y desenfrenadas que ahora se suscitan en secreto. Solo a través de matrimonios bendecidos, consagrado por Dios, puede uno comprender el significado de, "no es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él” [Génesis 2:18].
Ha sido el mismo Dios quien ha permanecido conmigo a lo largo de las persecuciones y las aflicciones, es El quién me han guiado ahora a esta unión santa y ha hecho posible para mí encontrar Su "otro lado," y completarse. Yo no he caído, perdido el rumbo o roto mi voto. No he tirado mi castidad, al contrario la he elevado al abrazarla en otra forma. Por nuestros cuarenta días de abstinencia y continencia después de nuestro casamiento, consagramos nuestro amor por Dios primero, estableciendo no una mera unión física entre el hombre y la mujer, sino por el contrario una comunión de dos personas con la participación de Dios. Es por eso que no tengo ningún remordimiento por lo que he hecho, y no tengo intención de retractarme.
II. DESASOCIARME DEL REVERENDO MOON Y LA FEDERACION DE FAMILIAS PARA LA PAZ Y LA UNIFICACION MUNDIAL
En primer lugar, Yo no me uní a la iglesia del Reverendo Moon. Fue mediante la Federación de Familias y la Conferencia de Líderes del Clero Estadounidense que me asocié con Católicos, Protestantes, Musulmanes, Hindúes, Sikhistas, y otras religiones. La institución que promovemos no es la iglesia del Reverendo Moon, ni ninguna otra. Si no que levantamos la primera institución que Dios creó en el Jardín de Edén: la familia, la cual está en crisis en todas las sociedades. Es un valor que todos compartimos y un fundamento de amor, moralidad y estabilidad que todos necesitamos. Si el Vaticano en su estrechez objeta esta asociación, ha perdido completamente el espíritu de conciliación que el Santo Padre ha instituido. Y en su arrogancia, no la comprenden del todo.
Yo soy un Católico Verdadero. ¿Por qué, entonces, pedí al Reverendo y a la Sra. Moon que me casaran? Es porque ellos me han mostrado más que nadie el profundo significado del matrimonio, de tal manera que me ha llevado a una comprensión más profunda de mi propia fe Católica. En el proceso, ellos nunca me pidieron que cambiara mi religión. De hecho, ellos han apoyado mi ministerio Católico, y desean proveerme de una plataforma para que yo finalmente pueda terminar la misión que Dios me ha encomendado: sanar los enfermos, echar fuera demonios, y predicar el evangelio. Es la Iglesia Católica, o algunos que se acreditan el poder en su nombre, quienes ya me descartaron como a un juguete viejo, y ahora como a un niño celoso quieren tomar el juguete desechado solo porque otro quiere jugar con él. ¿Por qué, después de ponerme en un estante polvoriento, ahora se interesan y se preocupan sobre adonde voy y qué hago? Quise hacer mi misión en la Iglesia Católica, como todavía intento hacerlo. ¿Pero por qué después de cerrar la puerta a mi ministerio y ponerle grilletes a mis dones, les disturba que Dios haya abierto otra ventana para mí?
¿Por qué le pedí al que Reverendo Moon que me ayudara a encontrar mi novia? Este es su don, y su ministerio. Cuando yo usé mi don en aras de ayudar a la gente se mal entendió y se me consideró como una amenaza. Cuando el Reverendo Moon usa su don para reconstruir familias, no es ninguna sorpresa que él sea mal entendido igualmente. Cuando compartí sus ideas como Obispo Católico del propósito divino del matrimonio y la santidad del sexo con familias Católicas, muchos lloraron, se reconciliaron, y renovaron su fe Católica. Pero cuando doy a conocer y doy crédito de donde vienen estas enseñanzas, se escandalizan. Yo he sufrido esta situación por 30 años. Presumir que alguien me haya influenciado y cambiado repentinamente es no querer ver los puntos verdaderos.
III. DECLARE FIDELIDAD A LA DOCTRINA Y DISCIPLINA ECLECIASTICA DEL CELIBATO
El sacerdocio no fue fundado sobre la "doctrina" o "disciplina" del celibato, si no sobre los sacramentos. Al sacerdote se le denomina a como "Alter Christus," o sea "Otro Cristo”. Como representante de Cristo él santifica la comunidad, y como Cristo vive por el bien de los demás. Cuando San Pedro nos llama a ser obediente en todo lo que hagamos, él citó Leviticos (el libro de sacerdotes), diciendo "Sean santos, porque Yo soy santo" [Leviticos 19:2].
El Sacramento de las Santas Ordenes (el sacramento sacerdotal) define y determina su santidad. El celibato como disciplina eclesiástica se instituyó en el siglo XII, anterior a eso, 39 Papas, e incontables sacerdotes eran casados. El celibato era una expresión de una vida de sacrificio y se instituyó para mejorar y fortalecer la santidad del sacerdocio. Es un apéndice, no la raíz.
Así como el apéndice en nuestro abdomen; mientras armoniza con la totalidad, contribuye y no hace ninguno daño, solo está ahí. Pero cuando se infecta, envenena los órganos y amenaza la vida del cuerpo, se le quita. De la misma manera el celibato, se ha podrido y corrompido, envenena la santidad del sacerdocio, minando la autoridad moral de la iglesia y amenaza su misma vida. Aparte los escándalos anteriormente mencionados, más de 120,000 sacerdotes han dejado sus posiciones clericales por el casamiento desde el Segundo Concilio Vaticano de 1960. Más de 40 millones de Católicos Estadounidenses han dejado la iglesia durante ese tiempo, y hasta ha diezmado la iglesia, más de 5,000 diócesis Estadounidenses están sin un sacerdote residente.
Aún así la iglesia no reconoce este veneno de inmoralidad, y por el contrario lo cubre y lo defiende. Desesperada por mantener su posición y autoridad, ha perdido toda perspectiva, y está lista para sacrificar el todo por el apéndice. Esto es ceguera; esto es locura. Si a alguien se le ha lavado el cerebro, es a aquellos que protegen la pedofilia y a los violadores, cubriendo crímenes y barriendo las injusticias y pecados debajo de la alfombra por el bien de su iglesia.
¿Qué hay del pobre Sacerdote, naufragando por la culpabilidad, un cascarón de hipocresía que ahora sirve a la ambigüedad moral de una autojustificación? Aquello que fue instaurado para fortalecer su vida espiritual, el celibato, se ha convertido en una piedra de molino atada al cuello, arrastrándole al infierno. ¿Qué hay de las estimadas hermanas que han tenido bebés en secreto, e incluso abortos? Qué hay de los 120,000 sacerdotes casados, que de hecho no son ex-sacerdotes, si no ex-clérigos, removidos de sus deberes sacerdotales. Ellos, también, aman su iglesia, pero se han convertido en sus bastardos. En ciudadanos de segunda clase.
¿Qué es lo que yo he hecho en obediencia a Dios?, proveer un modelo. Combinando el Sacramento de las Santas Ordenes, que define lo que es el sacerdocio, con el Sacramento del Matrimonio, fortaleceremos y renovaremos las dos partes, mientras reconstruimos, engrandecemos y fortalecemos el todo. Estos es lo qué Dios está pidiendo al final de los 2000 años de la fe Católica. Al entrar al tercer milenio, la capacidad de la iglesia para responder a la providencia de Dios determinará su utilidad a Su plan y su destino en Su voluntad.
LA ADVERTENCIA DE DIOS
Incontables veces en la historia de nuestra madre, la Iglesia Católica, hubo un obtuso, ciego, y aun corrupto liderazgo incapaz de oír el llamado de Dios, y Dios eligió voces insospechadas para limpiarla y renovarla: San Francisco de Asís, Juana de Arco, y otros. Muchas veces la iglesia se opuso, excomulgó, y aun mató a sus reformadores: Salvanarolo, etc. Muchas veces la iglesia ha sido inconsciente del tiempo histórico y el momento providencial, sólo para ser avergonzada después, como en el caso Galileo, Martín Lutero, y otros. Este es precisamente tal momento.
Una vez más le pido a mis amigos, colaboradores, hermanos y hermanas en Cristo: no se congojen o lloren por mí o mi futuro, porque estoy verdaderamente en el seno de la gracia, bendición y guía de Dios. Después de aproximadamente 30 años de lucha y sufrimiento, El me muestra el camino. Desesperadamente rezo por que la misión que El me ha encomendado pueda cumplirse a través de la Santa Iglesia Católica. Pero eso será decidido por otros, no por mí. De todos modos, ahora sé que El no me ha abandonado, y que El me usará como El lo destinó.
Por el contrario oremos, por el futuro y el destino de la Iglesia Católica, a quien Dios ha profundamente amado y pacientemente trabajado a través de los siglos. Su destino no será determinado por su poder financiero o político, ni aun por su autoridad doctrinal, si no por la ley del amor que comprende toda la ley y los profetas, y es mayor que la ley canóniga. Es el amor, la humildad, la fe, y la pureza lo que determinará si la iglesia responde a la voz de la tradición y al poder mundano, o a la voz de Dios. Eso determinará si la iglesia será la líder moral y espiritual en el establecimiento del Reino de Dios, o se aferrará, como los Fariseos de la antigüedad, a sus leyes y tradiciones, y colocará en oposición a la voluntad de Dios.
El Arzobispo E. Milingo
____________________